Cuentos Z - Un simple plan (parte II)

Etapa 1
Salir del hotel

Revisó una vez más su mochila, chequeando por última vez que el inventario sea el correcto.
 En ella tenía todo lo que a su criterio era de vital importancia cargar, dentro de lo que había para ofrecerle en la habitación 203.

Equipaje:

Toalla y jabón (para limpiarse el rostro y las zonas vulnerables al contagio en caso de ser salpicado por sangre), un tenedor y un cuchillo de mesa (con los cuales supondría atacar a los ojos de los zombies si estos se le acercaban lo suficiente), unos 3 o 4 metros de cable (que alguna vez sirvieron para ver televisión), y unas sábanas (en caso de que las noches  veraniegas a la intemperie se pusieran frías). A eso se le sumaban, dos botellas de medio con agua mineral, cuatro latas de gaseosa, y un sándwich de jamón y queso, o al menos lo que quedaba de el. Además de ello, en su mochila ya habían pertenencias suyas que tenía desde antes de quedar encerrado allí. Un pantalón y un buzo deportivo, unos lentes de sol, protector solar, una bermuda asquerosamente tropical, un par de chancletas, su billetera con dos tarjetas de crédito y su reproductor de mp4. 

Cerró la mochila, se colocó el buzo deportivo con capucha. Encendió su reproductor, y buscó en el setlist alguna canción los suficientemente “heavy” como para estimularlo en lo que le esperaba. “Die die die my Darling” de los Misfits, fue lo mas adecuado para el momento.

Se armó de valentía, respiró profundo, y abrió la puerta de la habitación.

Asomó su cabeza primero con la intención de poder ver si había alguien más en el corredor. Pero no había luz alguna que le permitiera divisar más allá de unos pocos centímetros enfrente de sus ojos. Eso le despertó un nuevo dilema hasta el momento no tomado en cuenta; la oscuridad del hotel.
La luz eléctrica había sido cortada hace ya mucho tiempo, pues seguramente los encargados de ellos ahora estaban deambulando por las calles del pueblo en busca de carne fresca.  
     Cerró rápidamente la puerta y buscó en la habitación alguna linterna, vela, encendedor o similar. Si bien afuera era de día, en los pasillos del hotel donde no había ventana alguna, eso daba igual. Buscó en la cama, en el baño y en las mesas de luz, hasta que al final logró encontrar una caja de fósforos.
Al abrirla notó que solo quedaban unos pocos (seis para ser más exactos), pero no parecía haber otra alternativa mejor, así que una vez más tomó aire y salió al corredor. Encendió el primer fósforo y lentamente fue girando hacia su derecha intentando poder tener un panorama claro de la situación. No parecía haber nadie allí más que él. Vio al final del corredor las escaleras y hacia ellas se dirigió
No alcanzó a dar tres pasos cuando el fósforo ya se había consumido, por lo que tuvo que hacer el resto del trayecto, aproximadamente unos nueve o diez metros, totalmente a oscuras. Tanteando contra la pared se topó con las escaleras, y allí encendió el segundo cerillo. Nada parecía haber tampoco allí, así que bajó lo más rápido que pudo.
Para cuando llegó al primer piso algo no andaba bien. Sin hacer uso de la luz podía sentir que había alguien más, lo podía oler. En ese momento decidió apagar su mp4 por un instante, y fue ahí cuando lo escuchó.

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